Como en la fotografía de la costanera de Gualeguaychú: así está el corazón de la poeta, con sus delirios de amar lo que practicamente cree imposible, un desvelo para ella es una caricia, una razón de ser puede ser una poesía, y un abrazo: una lágrima en su mejilla...
Se aferra a amar a un imposible, a lo que su habitación recuerda como un gran amor... El silencio de las musas desfila por una pasarela de cristal.
Las heridas en su piel son marcas del presente, la soledad es como la noche para Arjona "es una puta divertida, pero cobra factura". Los afectos se aroman en el aire... hay un adiós que espera por ella, y un barco al que no llega a tiempo.
cada barco roncará un adiós y sus motores arderán la lástima de irse
ResponderEliminarY mientras busca su ropa, va desnuda por grises veredas que la conocen de antaño,
ResponderEliminarlas manos pican húmedas, urticantes voces
o palomas pican migas en la plaza con el fragor que Eneas osara con su broncínea pica, bastíon de sangre, ¿castigo de dioses o su cierto sino?
Y muere la tarde mientras la noche se preña de mañanas inconclusas
los rumores cuesta abajo en bicicleta y besos jamás dados flotan a la altura de los labios como un manjar de ambrosía.
La Piru posa pisadas, pesa saetas, salta charcos de agonía y casi sin querer, va del seis al siete...
al capítulo siete de Rayuela (gracias Julio C., jamás habrá suficiente tiempo para agradecerlo)
donde un beso cíclope se acopla a la tarde noche de Gualeguaychú, aunque con bolsillos vacíos, la luna llena...
y el corazón contento
eso es lo que importa!